El pasado 13 de abril los antiguos alumnos de don Manuel Morales Borrero le organizamos un homenaje, por el simple placer de volver a escuchar al maestro. Hijo del ilustre cervantista y antiguo director de la Biblioteca Nacional, Luis Morales Oliver, venerable señor con alma de adolescente, excelente profesor y poeta (finalista del premio Adonáis en 1970), no sólo ha enseñado a infinidad de generaciones nuestra más digna literatura, sino que también nos ha ayudado a ponerla en práctica. Imponía escuchar a don Manuel recitar en clase a Quevedo, pero más imponente si cabe era sentir sus propios versos. Su magisterio podría haber sido aún mayor si no fuera por su sincera humildad, rayana en la timidez, virtudes del alma joven que lo hacen todo un caballero de este siglo, mientras que los demás aspiramos tan sólo a ser pretendientes a fieles escuderos suyos.
La relación de don Manuel con nuestra literatura mística le viene por dos frentes: el deleite de su lectura y la profundidad de la investigación. La obra, fruto de su tesis doctoral, La geometría mística del alma en la literatura española del Siglo de Oro: notas y puntualizaciones (1975), publicada por la Universidad Pontificia de Salamanca, debería ser reeditada cuanto antes, tal como reclaman muchos especialistas. Ya en el título se vislumbra la personalidad académica de don Manuel: notas,puntualizaciones… es decir, nada definitivo, la modestia propia de los que son conscientes de que en el inmenso edificio de la ciencia jamás uno pone el último ladrillo. Y, sin embargo, la monografía supone uno de los mejores acercamientos al misticismo áureo español, directo al tuétano del tema, muy alejado de interpretaciones posmodernas.