La amistad, puente que salva el tiempo

No he conocido mayor autoridad sobre las relaciones entre léxico y gramática, ejemplificadas en el artículo lexicográfico, que la de este ilustre coruñés. Pero esto ya se sabe, al menos por quienes trabajamos en el mundo de los diccionarios. Por eso hablaré de la persona. No he visto catedrático más sencillo, más honesto que él: podría estar en cualquiera de los centros principales de irradiación de la investigación lexicográfica (Madrid, Bogotá…), pero prefirió volverse a su Galicia natal, la fuerza del terruño, allí donde su acento, que ha llevado siempre consigo como marca de su carácter, no se diferencia del resto de sus paisanos; ahora, desde allí, está en lo más alto, por lo que se demuestra con su ejemplo que el lugar es lo de menos, lo que verdaderamente importa es la actitud. Me enseñó a analizar diccionarios antes de conocerlo: sus Elementos de lexicografía (1980) me resultaron muy útiles en un momento determinado de mi carrera como investigador. Más tarde llegaría el magisterio presencial: fue miembro del tribunal que evaluó mi tesis de doctorado, en 2001. Ahí fue cuando lo conocí personalmente. Sus aportaciones fueron valiosísimas, no sólo para mejorar mi tesis, también mi formación como investigador. Los años pasaron. Yo seguía leyéndolo: su Manual de técnica lexicográfica(2002) es un tratado completo sobre la elaboración de diccionarios, de los mejores publicados en lengua española. Pasaron los años. Los intereses comunes hacían inevitable el reencuentro en algún evento académico. Y así fue: en el Congreso Internacional de Lexicografía Hispánica, celebrado en Alicante en septiembre de 2006. La honradez de su amistad es la mejor manera de salvar el río distante que conforma el tiempo. El puente se hacía cada vez más largo, pero sólido, afianzado por fuertes bastiones: en 2010 me invitó a formar parte del tribunal que había de juzgar la tesis doctoral de un pupilo suyo, Félix Córdoba Rodríguez, otro lexicógrafo que me honra con su amistad, compañero de fatigas en los años de estudiante de Filología Hispánica en la Universidad granadina y que, por avatares de la vida, llegó a recabar finalmente en la coruñesa. No conforme con eso, el bueno de José-Álvaro Porto Dapena me invitó a impartir una charla dentro de un seminario sobre lexicografía organizado por su Departamento. Y así, hasta ahora. Estamos a mediados de 2014 y preveo un próximo reencuentro, otro bastión erigido, con cimientos bien asentados. Mientras tanto, la pasarela que los remata y une se hace a base de envíos, de vez en cuando, de fotos de mis niños; y siempre, felicitándolo por Navidad y por su cumpleaños, cada cuatro de julio.