Spam en letras de molde

El otro día paseando por mi ciudad me abordó una chica para entregarme un folleto publicitario, de un amarillo chillón, con la cara de un niño rubito muy simpático como motivo de cubierta y una tipografía infantil, en caracteres grandes. Se trataba del dossier de un libro titulado El cielo es real, escrito por Todd Burpo, padre del protagonista de la narración: un chaval de cuatro años que, en el tiempo que duró una intervención quirúrgica a la que fue sometido con carácter de urgencia, al parecer estuvo en el «cielo». La primera edición es de 2010, pero es ahora cuando podemos verlo en nuestras librerías traducido al español. Los extractos del libro adjuntos al dossier nos dan una idea de la pésima calidad literaria de la obra, cargando todo el peso en la ñoñería sentimental de la historia.

Existe en la actualidad una literatura que, en calidad de bluf, pretende quedar eximida de cualquier consideración ética en aras de conseguir los mayores índices de ventas. Ni su estatuto de best sellers (ahí están las cifras astronómicas, los rankings y demás parafernalia mercantilista) ni las consabidas referencias de autores que se erigen en autoridades para recomendar los libros (y que, sinceramente, en muchas ocasiones desconozco) deberían servir de señuelo para que los incautos lectores caigan en la trampa, al igual que sucede con determinados correos electrónicos. Pero lo más indignante es que se edulcoren las cuestiones de la fe, como la vida en el más allá (un cielo engolosinado de personas, animales y colores) para contribuir al interés pecuniario.